Dolor crónico y su tratamiento.
05 de Noviembre de 2015
El dolor se produce en el cerebro cuando este órgano interpreta la información sensorial que le llega. Esto es así para todos los dolores, ya dure pocos minutos o meses. Es decir, atañe tanto al dolor agudo, por lesión tisular, que se puede producir tras una lesión de rodilla o al dolor crónico (duración de tres meses o más) donde la lesión tisular no es el principal problema.
Cuando tienes una lesión tisular, tras su tratamiento se procede a la recuperación parcial de las actividades de la vida diaria de la persona, se pretende que mejore su actividad de una manera progresiva. Sin embargo ante el dolor crónico los profesionales aún no tienen tan claro lo que hay que hacer al respecto.
El dolor crónico es un problema mundial que atañe al 20% de la población, lo cual es una cifra muy alta. Como hemos comentado antes el papel del cerebro es principal, pues percibe dolor más allá de lo que podría causar la lesión o la alteración detectada. Se podría decir que es un cerebro que produce dolor continuamente, incluso cuando los tejidos no presentan anomalías y están en buen estado. Este proceso causa en la persona malestar, estrés y otras emociones ligadas al dolor crónico cómo desesperanza, ansiedad, culpa, etc.
Sin embargo, a pesar de esto muchas personas que padecen dolor persistente creen que debe de haber algo mal en su organismo, una alteración de algún tipo aún no descubierta por los médicos. Lo cual es normal y se entiende perfectamente. ¿Por qué una persona iba a sentir dolor en ausencia de lesión o alteración orgánica que lo produzca?
En estos casos los profesionales de la salud deben descartar que haya algo peligroso de fondo, una alteración aún no detectada, que pueda estar causando el dolor. Si tras una buena evaluación el dolor persiste, ya no se puede achacar a la lesión tisular pues la mayoría de los tejidos se reparan en un tiempo que va de los tres a los seis meses (huesos, músculos, ligamentos,…). También es posible que aún existiendo lesión, el dolor exceda a lo esperable en función de las características de esta. Aquí los profesionales indican que el dolor que sigue percibiendo el cerebro no tiene que ver tanto con cambios estructurales o lesiones tisulares, sino con la sensibilidad del sistema nervioso central, con la interpretación que el cerebro hace de los estímulos que le llegan. Se trataría de un problema más complejo de resolver.
Lo primero en estos casos de dolor crónico es observar todo aquello que afecta al sistema nervioso y a la experiencia de dolor. Claro queda que esto se ha de realizar a nivel individual pues la percepción de dolor de cada persona es diferente. Realizaríamos una evaluación adecuada de las variables que pueden estar contribuyendo al aumento de la percepción de dolor.
Lo segundo es realizar un tratamiento del dolor crónico desde un marco más complejo. Hay que tener en cuenta distintos factores que pueden ayudar a la persona que padece este problema. Y este es el principal objetivo del tratamiento: ayudar a la persona a paliar el dolor y/o a recuperar su calidad de vida.
Por un lado tenemos como herramienta la medicación, que por supuesto puede ayudar y ayuda. Pero no hay que caer en la idea de que lo único que estas personas pueden hacer para paliar su dolor y llevar una vida más plena es tomar medicación. La medicación sirve para que estas personas puedan empezar a ponerse en marcha, a vivir su vida.
Aquí enlazamos con otro aspecto importante dentro del tratamiento de las personas con dolor crónico, la dieta. Es decir, lo que comemos o bebemos y cómo lo hacemos puede estar alterando la sensibilidad de nuestro cerebro. Por ejemplo la bebida con cafeína, el tabaco, la comida rápida y la forma de comer apresurada, entre otros elementos, puede perjudicarnos aumentando nuestra percepción del dolor. Estos factores también habría que tenerlos en cuenta a la hora de establecer un plan integral contra el dolor crónico de la persona.
Otro aspecto importante es el estilo de vida y el ejercicio físico. Lo mejor es hacer ejercicio de una manera moderada, entre niveles en los que el cerebro no siente miedo ni se protege con dolor. Tomar el aire dando un paseo puede ser realmente eficaz en ocasiones para mejorar temporalmente el estado de las personas que padecen dolor crónico. Además con el ejercicio el cuerpo se mantiene en forma y sano, lo que evita que nuevos dolores se puedan juntar a los ya existentes.
El último factor, y no por ello el menos importante, son los aspectos psicológicos del dolor. Una terapia psicológica puede ser de gran ayuda en estos pacientes por diversos motivos. Por un lado te puede ayudar a tener en cuenta como tus pensamientos y emociones afectan al sistema nervioso. El dolor persistente se siente cómo una mochila pesada que estas personas están obligadas a llevar. Por lo que se entiende que con el tiempo el dolor crónico pueda afectar a las emociones de la persona alterando su estado de ánimo y produciéndole un mayor estrés. Lo cual a su vez empeora la percepción del dolor. Los pensamientos y creencias negativos también pueden afectar al cerebro pues son igualmente impulsos cerebrales. Provocando mayor estrés a la persona y emociones como la rabia o la tristeza. Aquí las técnicas de distracción, de relajación o de regulación emocional pueden ayudar a disminuir estos niveles de estrés y a producir emociones más positivas. Lo que ayudará al bienestar de la persona así como ha reducir el dolor. La regulación de la atención, que permiten técnicas como el mindfulness, también tiene un papel importante pues así la persona adquiere la capacidad de elegir si atender al dolor y darle prioridad en su vida, o atender a la vida dejando al dolor en un segundo plano. La persona adquiere la capacidad de elegir si quiere tener una existencia basada en lo que de verdad la importa, una película de su vida basada en la familia, los amigos, etc ; o quiere tener un guion de vida basado en su lucha contra el dolor. Para ello el papel de la atención es importante a la hora de redirigirla para que el dolor no empiece a “chupar cámara” como se dice vulgarmente. Atender a lo que uno quiere es posible, y cuando no se atiende al dolor este pasa de ser lo mas importante a ser un ruido de fondo. Un ruido de fondo, pesado, hiriente, agotador, eso sí, pero deja de ser el actor principal mientras que la persona comienza a vivir su vida.
Además de trabajar en terapia los pensamientos, las emociones y el estrés también hay personas a las que les beneficia explorar significados más profundos del dolor así como la historia que rodea al origen y el mantenimiento del mismo. Explorar sucesos que pudieron estar asociados a la aparición o empeoramientos del dolor cómo pérdidas de trabajo, ruptura de relaciones, pérdidas de personas significativas, etc. Pudiendo descubrir asociaciones entre empeoramientos del dolor y situaciones del devenir de la persona asociados a preocupaciones o estrés vital. Reconocer y trabajar estas emociones asociadas puede ser parte del proceso de tratamiento, ayudando a la persona a comprender y manejar su dolor.
En resumen el dolor es consecuencia de la percepción del cerebro de la información que le llega. Hay cerebros que interpretan determinada información sensitiva como dolor en ausencia de lesión real o con lesiones que no explican el enorme dolor percibido. Sin embargo como el dolor viene del cerebro este se puede reentrenar. Para ello conviene ampliar nuestro enfoque hacia un marco más completo en el que se tengan en cuenta factores como la dieta y los hábitos saludables, la medicación, el ejercicio físico y los aspectos psicológicos como el estrés, los pensamientos, las emociones y la atención. Mirarlo desde esta perspectiva más amplia proporciona a la persona muchas oportunidades para empezar. Le permite encontrar maneras de enfocar el mundo de mejor manera, dedicándose a tener una vida más plena.
En relación a este tema me gusta mucho una frase de Sidhartha Gautama, conocido como Buda, que creo que refleja muy bien todo lo que he estado comentando:
“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”
Samuel Gómez Jiménez / Psicólogo Sanitario en Madrid
samuel@psicologiamentae.com
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