Cómo nos provoca sufrimiento la mente. 2ª parte | Técnicas de Mindfulness

19 de septiembre de 2016

En el artículo anterior vimos cómo nos provoca sufrimiento nuestra mente de una manera explicativa. En el artículo de hoy os voy a plantear una serie de ejercicios, basados en el Mindfulness, para que cada uno pueda vivenciar y sentir cómo funciona la mente y de qué estrategias se vale para provocarnos sufrimiento. Conociendo su modo de funcionar se nos abren otros caminos para eliminar nuestro sufrimiento.

 

Eliminar nuestro sufrimiento

Primero vamos a realizar un pequeño ejercicio (basado en Mindfulness): cierre los ojos e imagínese una mesa con un limón encima. Un rayo de luz entra por la ventana incidiendo sobre la fruta. El limón es de un amarillo intenso, brillante. Imagínese que lo cogemos y lo partimos por la mitad con un cuchillo. Note cada movimiento al cortarlo. El sonido de la fruta al ir abriéndose. Y cómo, de repente, un intenso aroma se desprende. Un aroma fresco, un intenso olor a limón, ácido. Imagínese que levanta una de las mitades en el aire, por encima de su boca. Para luego apretarla entre su mano y dejar que un jugo ácido llene su boca y descienda por su garganta. Un potente sabor a limón inunda su boca, un sabor tan ácido que es casi imposible de soportar. Realice este ejercicio antes de continuar leyendo.

Posiblemente haya sentido el sabor del limón en la boca, su acidez. O haya tenido sensaciones muy variadas como salivación o tensión. Como si realmente estuviera comiéndose un verdadero limón. Pero ¿el limón era real? Claro que no, y sin embargo sentiste sensaciones corporales parecidas a las que hubiera producido un verdadero limón.

Es decir, aunque el limón no era real sino imaginado, el cuerpo reaccionaba como si lo fuese. Vivenciando esas sensaciones en el aquí y ahora. Piense por un momento que, si en lugar de imaginar un limón, hubiéramos estado pensando sobre un futuro aterrador. Por ejemplo: “nunca encontraré trabajo”, “no aprobaré la oposición”, “mi pareja dejará de quererme si nos vemos tan poco”, y un largo etc. de temores muy comunes en nuestra sociedad. Estos pensamientos o “limones” también nos generarán sensaciones al igual que el ejercicio del limón. Aunque estas sensaciones no serán tan agradables. Probablemente al pensar e imaginar este tipo de sucesos lo que sintamos en nuestro cuerpo sea: estrés, ansiedad, inquietud, nudo en el estómago, angustia,… Y si pensásemos en estos términos muy a menudo, podríamos acabar teniendo otros problemas como insomnio, preocupaciones crónicas, dolor de espalda, y un largo etc. Es decir, pensar de esta manera nos trae sufrimiento.

Buda decía: “La mente precede a las cosas, las domina, las crea”. Es decir, la mente filtra la realidad antes de que esta sea comprendida por nuestro cerebro, domina lo que percibimos desechando aquello que no considera importante, y tal y cómo decía Buda, llega a crear cosas. “Los peores monstruos están en nuestra cabeza”, decía un profesor mío. Y no se equivocaba. La mente es una experta en crear futuros tenebrosos e inquietantes. Películas de zombis que, al quedar atrapados en ellas, sentimos que son reales al vivenciarlas en el aquí y ahora. Por ejemplo, si pienso una y otra vez que voy a suspender el examen de mañana, me angustiaré y lo pasaré tan mal como si realmente lo hubiera suspendido ya. A lo que hay que añadir que cuando sea el momento de hacer el examen estaré tan preocupado por suspenderlo que me centraré menos en las preguntas y la probabilidad de que realmente lo suspenda será más elevada. Es decir, el sufrimiento no sólo sería un producto de la mente sino que podría hacerse real.

Junto al ejercicio del limón me gusta plantearles a mis pacientes otros dos ejercicios más. Probablemente usted esté ahora sentado en una silla mientras lee estas líneas. Yo le pregunto ¿es real la silla en la que está sentado? Sin entrar en cuestiones metafísicas la respuesta es obvia. Sin embargo ¿por qué sabe usted que es real? La respuesta es fácil, porque la nota, la siente. Ahora imaginemos que usted ha estado pensando que no le van a coger en la entrevista de trabajo. Usted sentirá en su cuerpo los efectos de ese futuro aterrador, su “limón” particular. Y como lo siente en su cuerpo para usted será real. O por ejemplo en el caso de que piense que la gente le critica, sentirá que es real y se sentirá atacado ante lo que le diga la gente. Reafirmándose en su decisión de que la gente le critica. Es un círculo vicioso que le provocará sufrimiento.

Pero hay más. ¿Qué podemos hacer para no sufrir por nuestros pensamientos? ¿Quizá dejar de pensar en ello? ¿Es eso posible? Hagamos otro ejercicio. Piense en un elefante rosa. Dibújelo en su mente. Cuando lo vislumbre claramente deje de pensar en ello.

¿Lo ha conseguido? Probablemente ante esta pregunta el elefante vuelva a su mente ya que no podemos dejar de pensar en lo que no queremos pensar. Es decir, si no quiero pensar en lo poco preparado que voy para el examen es probable que mis dudas vuelvan una y otra vez. Sobre todo si me esfuerzo en no pensar en ello.

Buda decía: “La mente precede a las cosas, las domina, las crea”. Es decir, la mente filtra la realidad antes de que esta sea comprendida por nuestro cerebro, domina lo que percibimos desechando aquello que no considera importante, y tal y cómo decía Buda, llega a crear cosas. “Los peores monstruos están en nuestra cabeza”, decía un profesor mío. Y no se equivocaba. La mente es una experta en crear futuros tenebrosos e inquietantes. Películas de zombis que, al quedar atrapados en ellas, sentimos que son reales al vivenciarlas en el aquí y ahora. Por ejemplo, si pienso una y otra vez que voy a suspender el examen de mañana, me angustiaré y lo pasaré tan mal como si realmente lo hubiera suspendido ya. A lo que hay que añadir que cuando sea el momento de hacer el examen estaré tan preocupado por suspenderlo que me centraré menos en las preguntas y la probabilidad de que realmente lo suspenda será más elevada. Es decir, el sufrimiento no sólo sería un producto de la mente sino que podría hacerse real.

Junto al ejercicio del limón me gusta plantearles a mis pacientes otros dos ejercicios más. Probablemente usted esté ahora sentado en una silla mientras lee estas líneas. Yo le pregunto ¿es real la silla en la que está sentado? Sin entrar en cuestiones metafísicas la respuesta es obvia. Sin embargo ¿por qué sabe usted que es real? La respuesta es fácil, porque la nota, la siente. Ahora imaginemos que usted ha estado pensando que no le van a coger en la entrevista de trabajo. Usted sentirá en su cuerpo los efectos de ese futuro aterrador, su “limón” particular. Y como lo siente en su cuerpo para usted será real. O por ejemplo en el caso de que piense que la gente le critica, sentirá que es real y se sentirá atacado ante lo que le diga la gente. Reafirmándose en su decisión de que la gente le critica. Es un círculo vicioso que le provocará sufrimiento.

Pero hay más. ¿Qué podemos hacer para no sufrir por nuestros pensamientos? ¿Quizá dejar de pensar en ello? ¿Es eso posible? Hagamos otro ejercicio. Piense en un elefante rosa. Dibújelo en su mente. Cuando lo vislumbre claramente deje de pensar en ello.

¿Lo ha conseguido? Probablemente ante esta pregunta el elefante vuelva a su mente ya que no podemos dejar de pensar en lo que no queremos pensar. Es decir, si no quiero pensar en lo poco preparado que voy para el examen es probable que mis dudas vuelvan una y otra vez. Sobre todo si me esfuerzo en no pensar en ello.

Ahora realizaremos el último ejercicio (También basado en el Mindfulness). Párese un momento a sentir su lengua en la cavidad bucal. Note la humedad, el paladar, el espacio que ocupa su lengua. ¿lo tiene? Ahora deje de sentirlo.

¿Lo ha conseguido? Probablemente ante esta pregunta vuelva a sentir la lengua de nuevo. Esto es así porque no podemos dejar de sentir lo que no queremos sentir. Esto ocurre debido a procesos mentales concretos que sería largo de explicar para este artículo, sin embargo las implicaciones de todo esto son claras.

Resumiendo, todos tenemos miedos y temores que nuestra mente nos trae una y otra vez al presente. Son nuestros “limones”. Que aunque pertenezcan al futuro o al pasado, los vivenciamos en el presente en nuestro cuerpo. El ejercicio de la silla nos indicó que lo que sentimos lo consideramos real. Por lo que nuestros temores se convierten en “realidades” aunque sólo sean interpretaciones que hace nuestra mente de la realidad. Interpretaciones que no tienen porque ser reales pero que las sentimos cómo si lo fuesen. Cómo lo que sentimos no es agradable tratamos de evitarlo intentando no pensar en ello o no sentirlo. Sin embargo los ejercicios del elefante y de la lengua nos indican que esto no es siempre posible. Pues lo que evitamos coge fuerza y vuelve a nosotros. Entonces ¿que podemos hacer? Aquí es donde entra en juego la aceptación y el mindfulness. El camino para dejar de sufrir es aceptar lo que nos provoca dolor, en lugar de evitar. Aceptar es abrirse a la experiencia y a los pensamientos, emociones y sensaciones que la acompañan sin tratar de evitarlos. Aceptar nuestros “limones”, lo que no es fácil. Y para ello es necesario vivir el momento presente, y todo lo que en él acontezca. Es decir vivir con conciencia plena , nuestro día a día con una actitud mindfulness. Dejemos que nuestra mente piense futuros desoladores y mientras nosotros enfocaremos nuestra atención al momento presente, al suave sonido del viento, a lo que vemos, a lo que oímos y sentimos. ¡Vivamos la experiencia segundo a segundo! Pues es lo único cierto que tenemos. Lo demás no son más que “limones”. Continuaremos con este tema en futuros artículos y veremos cómo nos puede ayudar el mindfulness en esta tarea.

Si quieres consultar otros ejercicios de mindfulness, te recomiendo echar un vistazo a nuestros podcast o apuntarte a uno de nuestros talleres de mindfulness

Me gustaría terminar con una frase de Santa Teresa de Jesús que viene estupenda como colofón a nuestro artículo. Pues tal y como ella gustaba decir: “la mente es la loca de la casa”.

Samuel Gómez Jiménez | Psicólogo infantil y adolescente en Madrid

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